En el verano del 2005 con la proyección de Un perro llamado Dolor de Luis Eduardo Aute y el cortometraje Un cuento chino de Antonio Llorens, comenzaba su andadura este Festival, creado por iniciativa de Javier Espada y contando con el apoyo del Ayuntamiento de Calanda y del ICAA, con la intención de contribuir en la vertebración del territorio aragonés, ofreciendo a los habitantes de Calanda y del Bajo Aragón un Festival de Cine Internacional, en un momento en el que no existía ningún festival de estas características en la provincia de Teruel.
Partiendo de la broma con la que termina el libro de memorias de Buñuel Mi último suspiro, en la que afirma: “me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años, llegarme hasta un quiosco y comprar varios periódicos. No pediría nada más. Con mis periódicos bajo el brazo, pálido, rozando las paredes, regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba”.
Javier Espada ideó un festival de cine pensando en las películas que le podrían interesar a Buñuel hoy en día, películas en las que le sorprendería lo vivo que continúa estando su legado cinematográfico y la influencia de su obra, una obra que poco a poco ha adquirido un mayor prestigio y una mayor valoración.
Películas que le hubiera gustado ver a Don Luis
Esta fórmula hizo que el festival de Calanda, vinculado con Buñuel, tuviera una identidad y una personalidad únicas, relacionada con la estela del surrealismo, pero también con el cine social heredero de Los olvidados, con el Arte, con la Cultura y, siendo fieles al pensamiento de Buñuel, con las películas que nos hacen reflexionar a los espectadores, que nos hacen entender que “no vivimos en el mejor de los mundos posibles” tal como pretendió nuestro cineasta más internacional.